Luego de que la ciencia diera la alarma sobre el cambio climático, el transcurrir de las décadas posteriores ha hecho evidente que las élites de los combustibles fósiles no detendrán su destrucción a escala planetaria hasta que sean obligadas por grandes movilizaciones. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.
En "If We Burn: the Mass Protest Decade and the Missing Revolution", Vincent Bevins analiza la ola de grandes movilizaciones populares que sacudieron al mundo durante la década de 2010. A través de entrevistas con activistas y organizadores en países como Brasil hasta Egipto y Ucrania, ofrece valiosas reflexiones en que la gente lucha por un mundo mejor, y cómo, en ocasiones, se terminan trágicamente con peores resultados.
La combinación de entrevistas bien hechas y una narrativa histórica pulida hace que este libro sea enormemente cautivador por mérito propio: los giros y vueltas de acciones cuasi revolucionarias en la Plaza Tahrir, el Parque Gezi y Hong Kong están a la altura de cualquier thriller. Al mismo tiempo, el retrato reflexivo de Bevins sobre las voces y luchas activistas ofrece un profundo sentido de solidaridad humana compartida. Por mi parte, al ser escocés y no haber viajado, es raro sentir una conexión tan fuerte, como de parentesco, con aliadxs globales como con este libro.
Es un testimonio del trabajo de Bevins que su análisis sea casi tan atrapante como su narrativa. Sintetiza entrevistas con 250 activistas y organizadorxs y citar a una extensa lista de teóricos de movimientos sociales para sostener que existe una tendencia global hacia el "horizontalismo" (desconfianza en la representación, los líderes, las jerarquías e incluso las estructuras) que impulsa el rápido surgimiento de movimientos sociales que, por desgracia, son fácilmente cooptados.
Una de las cosas que más me llamó la atención del relato de Bevins fue que casi no menciona las principales movilizaciones climáticas europeas y estadounidenses de 2018 y 2019. Da buenas razones, la más aleccionadora es que prefiere enfocarse en los movimientos que adquieren el impulso suficiente como para amenazar o derrocar gobiernos. Es importante también ver cómo aplicar las lecciones de If We Burn a los movimientos climáticos en general y, en particular, a Extinción Rebelión (XR), en un contexto de surgimiento de movilizaciones en torno a Palestina.
Hablé con Vincent para ver qué podrían aprender Extinción Rebelión y otros activistas climáticos de sus hallazgos.
Puedes escuchar nuestra conversación en formato de podcast aquí.
Esta entrevista se editó por longitud y claridad
Douglas Rogers (D)
Tu libro se llama "If We Burn: the Mass Protest Decade and the Missing Revolution". ¿Podrías contarnos de qué trata?
Vincent Bevins (V)
Claro, el libro intenta reflejar la historia del mundo de 2010 a 2020. Por supuesto, no es posible contar realmente toda la historia mundial de una década. Así que, como cualquier obra histórica, elige qué incluir y qué excluir, y se enfoca en cuestiones específicas.
Este trabajo histórico se narra a través de entrevistas, como si lo más importante en esa década fueran las protestas que alcanzaron tal magnitud hasta desestabilizar o incluso derrocar a un gobierno existente. Esa historia se construye en torno a una pregunta inquietante: ¿cómo es posible que tantos de estos movimientos de protesta masiva hayan obtenido el resultado opuesto a lo que buscaban?
D
Seleccionaste alrededor de una docena de estudios de caso donde analizas momentos específicos en que las protestas alcanzaron un tamaño capaz de amenazar regímenes. ¿Podrías describir uno para darnos una idea?
V
El caso que ocupa más espacio en el libro, en parte porque lo viví y en parte porque toma más tiempo desenmarañar sus consecuencias, es el de Brasil. En resumidas cuentas:
En junio de 2013, un grupo llamado "Movimento Passe Livre" (MPL) comenzó a organizar manifestaciones contra un aumento en las tarifas del transporte en São Paulo, la ciudad más grande de Sudamérica, algo que llevaban haciendo durante ocho años. Pero lo que ocurrió el 13 de junio de 2013 fue que los medios y la clase dirigente de Brasil se habían cansado de estas protestas ruidosas, disruptivas y prefigurativas. Los medios pedían represión policial.
La represión llegó y afectó no solo a izquierdistas, anarquistas y punks que eran centrales en el movimiento, sino también a personas como yo. Afectó a periodistas de la prensa convencional y a “civiles inocentes”, una violencia que se volvió personal y sacudió a la prensa convencional y la sensibilidad política en Brasil.
En seguida, los mismos medios que habían pedido la represión cambiaron de postura y comenzaron a elogiar las protestas. Pero, claro, no podían elogiarlas por las razones originales del MPL, que buscaba desmercantilizar el transporte público en Brasil, algo que los medios no compartían. Así, pasaron de decir: "tenemos que reprimir a estxs punks y anarquistas y sacarlxs de las calles" a: "esta es una gran rebelión patriótica y una defensa del derecho a protestar en defensa de algo". Los mismos medios aportaron las razones que facilitaron el apoyo al levantamiento."
En los días siguientes, decenas de miles de brasileñxs salieron a las calles en aparente defensa del conjunto de protestas originales que organizó el MPL. Y lo que experimentaron gran parte de lxs organizadores originales, muchos de lxs simpatizantes del MPL, e incluso yo, es una especie de momento de victoria eufórica, cómo de no creer que al fin estuviera pasando. Por fin la gente se estestaba manifestando en defensa de mejor servicio público y en contra de la brutalidad policial.
Pero se hizo evidente que quienes habían llenado las calles no lo hicieron necesariamente en apoyo directo al MPL, sino más bien de manera cronológica. Esta distinción resulta crucial a lo largo de la década de protestas masivas. Las nuevas participaciones traen consigo un conjunto diferente de ideas sobre el propósito del movimiento. Sus orientaciones políticas difieren de las de lxs organizadorxs originales. Además, el MPL no solo rechaza la idea de liderar el levantamiento popular (creyendo que su papel era solo el de iniciarlo y luego hacerse a un lado), sino que incluso sus esfuerzos por mantener el enfoque en el objetivo original (revertir el aumento del precio del transporte público y solo enfocarse en este tema) se ve superado por la abrumadora ola de personas que inunda las calles.
Después de la represión sucedieron muchas cosas más. Pero, para resumir: en las semanas posteriores a la represión, comenzaron a aparecer nuevos grupos, algunos de los cuales ahora podríamos reconocer como los inicios de la extrema derecha en Brasil. A veces los llamo proto-bolsonaristas, porque son las personas que más tarde terminaron siendo los soldados rasos del movimiento de extrema derecha que apoya a Jair Bolsonaro. Estos nuevos actores entraron en conflictos verbales, pero finalmente violentos, con lxs organizadorxs originales, e incluso llegaron a expulsar a muchxs izquierdistas originales de las calles.
Y de esta extraña acumulación de energía de olla a presión por una súperrevuelta masiva no planificada nacen otros movimientos, como el de un grupo de juventud libertaria y activistas del libre mercado, financiadxs por "think-tanks" de Estados Unidos o entrenadxs por los hermanos Koch. Este grupo creo que acertó al reconocer que el significado de lo que ocurre en las calles está en disputa, y entró en escena pretendiendo ser lo que realmente es el MPL. Pretendieron ser un movimiento juvenil autónomo, de base, sin líderes, idealista y coordinado digitalmente. Incluso crearon un nombre, copia intencional del MPL: el MBL o "Movimento Brasil Livre". Con el tiempo, este grupo desempeñó un papel mucho más importante en moldear los resultados políticos en Brasil que el MPL. Lideraron un nuevo movimiento de protesta para destituir a la presidenta de centroizquierda democráticamente elegida, Dilma Rousseff, luego hicieron campaña por Jair Bolsonaro en 2018, y finalmente llegaron al gobierno con él en 2019.
Esa fue, al menos, mi experiencia personal al vivir, a lo largo de los años, este extraño proceso en que las cosas empeoraron, y luego empeoraron aún más, y luego aún más, desde 2013 hasta 2019 en Brasil. Parecía ser que con la represión del 13 de junio que experimenté personalmente el pueblo brasileño pedía una cosa, y luego, 5 o 6 años después, obtuvo exactamente lo contrario. Ahora bien, no creo que las protestas hayan sido responsables directos de ese giro, pero sí desataron algunas fuerzas clave de ese giro.
El caso brasileño es el que más cubro porque lo viví, y creía estar en la mejor posición para ofrecer un recuento cercano e íntima de un fenómeno donde la clave realmente está en los detalles y cómo, al igual que con muchos de los movimientos de protesta masiva que describo en este libro, todo cambia muchísimo de la noche a la mañana y de una semana a otra. Mucho de eso se borra o se aplana con el análisis retrospectivo, que lo simplifica hasta decir que todo se trata de tal evento, condición social, o demanda. Así que, extendí el caso brasileño a lo largo de todo el libro para que realmente se pudiera hacer un seguimiento de cómo las cosas cambian de día a día y de año en año.
D
Hablando de ese seguimiento, para dar una idea del arco del libro: usas el ejemplo brasileño y una docena de ejemplos más para trazar una especie de patrón general que identificas con notables rasgos en común a nivel global y ciertos resultados en común también. ¿Podrías definir cuál es ese patrón?
V
Sí, todos los casos que elijo analizar, como mencioné, son un movimiento de protesta que crecen tanto que derrocan o desestabilizan fuertemente a un gobierno existente. Así que estos 10 a 13 casos que examino comparten muchas características por dos razones (quizás tres, veamos cómo va).
Una de ellas es que hay una reproducción intencional de tácticas, así que mucho de lo que sucedió en la década de 2010 puede verse como una respuesta al aparente éxito de la ocupación de la Plaza Tahrir a principios de 2011. Así que después de la Plaza Tahrir, se pueden ver muchos otros movimientos alrededor del mundo que no solo se inspiran en lo que había sucedido en Egipto, sino que de alguna manera copian y pegan un enfoque táctico.
Pero también creo que había unas condiciones ideológicas y materiales globales que hicieron que cierto tipo de acción estuviera más a la mano comparado con las alternativas históricas, y que hicieron que una respuesta específica a la injusticia fuera tácticamente y moralmente accesible y privilegiada. Así, una forma en la que resumí este fenómeno fue diciendo que, en la década de 2010, una respuesta particular a la injusticia, ya sea real o percibida, se volvió hegemónica y apareció a menudo como la única o la "natural" a la hora de enfrentar el abuso gubernamental o el abuso de poder de las élites sobre los ciudadanos. Esta respuesta es la protesta masiva, aparentemente espontánea, sin líderes, coordinada digitalmente y organizada de forma horizontal, en plazas o espacios públicos.
Algo que busco lograr en el libro es mostrar que cada uno de los factores provienen de algún lugar. Todos tienen una especie de origen ideológico y material que se puede rastrear, e intento resumirlo. Pero más que identificar el origen específico de cada factor es señalar que todos provienen de algún lugar; que tal forma no fue, ni ha sido históricamente, la única manera de responder a la injusticia. Y esta forma tiene tanto fortalezas como debilidades específicas.
Todos estos elementos aparecieron en mayor o menor medida según el caso. En el caso brasileño, por ejemplo, el "Movimento Passe Livre" fue explícitamente (y ahora muchos de sus miembros dirían dogmáticamente) horizontalista. En su carta fundacional establecieron que eran un grupo horizontal y autónomo. En otros casos, surge más en la práctica, en vez de ser un componente intencional e ideológico de sus organizadorxs. Este método es el que creo que se vuelve increíblemente exitoso en la década de 2010 para convocar a las personas a las calles, desestabilizar o derrocar gobiernos existentes y crear oportunidades. Sin embargo, en muchos casos, al menos históricamente durante esa década, el método resulta ser poco adecuado para aprovechar las oportunidades generadas.
D
Así que sí, me encantó tu libro, me encantó lo que había detrás del concepto. Y me pareció tanto refrescante como aleccionador que, en un libro cuyo título describe las protestas masivas de la década de 2010, Extinción Rebelión (XR) no se mencione en absoluto.
Entonces, ¿qué te parece XR? No hace falta decir que no somos exactamente revolucionarios como Brasil. Creo que incluso dentro de la izquierda del norte global a veces ocupamos una posición bastante ambigua. Por eso me interesa saber cuál es tu opinión sobre XR.
V
En 2019, entendía que XR se trataba de un movimiento ecológico radical que usaba la disrupción para promover un futuro más verde. Esa era mi percepción en ese momento, y no ha cambiado mucho desde entonces. Si aprendí un poco más sobre el tema, es porque fui escuchando sobre enfoques ideológicos y tácticos específicos, pero la idea general que tenía entonces era algo así como: "ah, sí, este es un grupo radical que aboga por un conjunto de prácticas menos destructivas en la economía global". Así que no profundicé mucho en ello, pero mi reacción inicial fue de simpatía instintiva.
D
Entonces, desde entonces no ha sido algo demasiado relevante para ti, estratégica o conceptualmente.
V
Bueno, cuando escribo un libro como este, paso mucho tiempo tratando de comprender, de leer todo lo bueno que se ha escrito sobre los movimientos que analizo de cerca y reconstruyendo la historia que quiero contar sobre los 10 a 13 casos que voy a incluir. Paso tanto tiempo haciendo eso que al final intento no hablar sin saber sobre movimientos de los que no sé nada en comparación. No he hecho un análisis profundo de XR como lo hice con otros casos.
D
Interesante, ¡una audiencia bastante nueva! En ese caso, puedo presentarte algunos preceptos y ver qué te parecen. Desde su concepción, una de las cosas que me ha parecido interesante de XR es que creo que es un movimiento bastante autoconciente, una especie de movimiento "diseñado", a diferencia, quizás, de algunos de tus ejemplos más espontáneos… Fue más bien un proyecto de “nerds” que habían identificado ciertos problemas y que, al menos, presentan soluciones esperanzadoras.
El primer y quizás más importante ejemplo: XR estuvo muy influenciado por "Occupy", su predecesor en Londres, y hubo esfuerzos explícitos por integrar algunas de sus lecciones, fallos y fortalezas. Principalmente, la cuestión de los modelos de organización y el horizontalismo frente a cualquier otro enfoque. Creo que todavía había mucho escepticismo ambiental (creo que aún sigue habiendo mucho) hacia la verticalidad, así que se intentó integrar ambos en una especie de híbrido, que no fue una innovación de XR, sino un marco existente llamado holacracia o sociocracia. ¿Has oído hablar de alguno de estos conceptos o, en general, de este tipo de esfuerzo por hibridar lo vertical con lo horizontal?
V
Sí, he oído hablar de las palabras sociocracia y, por supuesto, estoy familiarizado con muchísimos intentos de sintetizar o superar la contradicción entre verticalidad y horizontalidad. Pero sí, ¿por qué no me explicas lo que ha significado para XR?
D
Bueno, depende a quién le preguntes… En [el Reino Unido], por ejemplo, fue bastante controvertido y se implementó como un proceso desordenado. Quizás no sorprenda. Estoy seguro de que todxs podemos simpatizar con el desorden inherente en estos movimientos. Así que escalamos muy rápido al estilo de un movimiento horizontalista espontáneo: fuimos capaces de escalar y ser ágiles y todo eso, pero también pudimos retener, durante un tiempo, los beneficios de ser capaces de coordinarnos con cohesión. Nos encontramos con límites alrededor de mediados de 2019 con las tensiones entre esos modelos de organización y el problema que identificaste varias veces en tu libro. Muchas personas se unieron a nuestro movimiento por lo que solo ellxs creían que se unían…
V
Claro.
D
Entonces, creo que encontramos algunas dificultades decisivas al aplicar ese modelo, que reaparecieron en los últimos tres años. Es posible que la sociocracia esté funcionando bien por ahora, aunque hay problemas con… Bueno, es una larga historia. ¿Tienes mucha fe en que esos modelos funcionen? Es un tema recurrente en tu libro, y creo que una forma de interpretar su argumento es que básicamente debemos "hacer leninismo". En resumen, haces una especie de respuesta al consenso horizontalista.
V
El método del libro es interpretativo: hablo con 250 personas en 12 países. Sería demasiado injusto para ellxs, y deshonesto para lxs lectores, si dijera: "Aquí están las respuestas que creo que son correctas. Este es el tipo de cosa que quiero que hagan". Es periodismo ortodoxo en el que trato de resumir lo mejor posible las respuestas más comunes.
"Estábamos demasiado descentralizados" es quizás la respuesta más común que recibí, de izquierda a derecha. Ocurre también entre muchas personas que rechazan lo que muchas veces se llama "leninismo", incluidas personas de centro-derecha. En el libro elijo todo tipo de movimientos del espectro ideológico. Pero, de nuevo, no creo que mis entrevistadxs lleguen a la conclusión de que existe un nivel perfecto de centralización o descentralización. Creo que pueden surgir varias formas organizativas para diferentes movimientos, momentos históricos y contextos geográficos del mundo. Romantizar ya sea la centralización máxima o la descentralización máxima, o cualquier forma particular de movimiento, puede distraer de elegir la que resulte más adecuada para el desafío del momento. Y dado que quienes lean el libro, con suerte, provienen de contextos geográficas muy diferentes y enfrentan desafíos muy distintos, quedará en sus manos decidir qué tomar de estas páginas.
Me complació ver a personas de diferentes países decir: "Ah, eso me recuerda por lo que pasé con mi movimiento". También me alegró ver que les surgen diferentes preguntas y conclusiones sobre mi propia conclusión.
Hay un párrafo en el libro que atrajo atención y que fue reproducido en ese extracto del "Guardian" y en "Press Review": No todo el mundo cambió de opinión, pero quienes sí, lo hicieron en la misma dirección. Se acercaron más al enfoque organizativo "leninista". Pero, en verdad, el hecho mismo de que este conjunto particular de prácticas haya surgido, de que se contrapongan al leninismo, y de que aparecieran como una respuesta al leninismo, como un rechazo a Lenin, depende del contexto histórico.
Eso en sí mismo es producto del momento histórico: la idea de que todas estas cosas se juntan en un lado del espectro y que, en su extremo opuesto, existe algo llamado "leninismo". Todo eso está determinado por el contexto histórico, y no existe una razón por la que el espectro deba adoptar esa forma.
D
Algo que mencionaste y que encuentro bastante impactante es la reacción a tu libro casi como un tema de estudio en sí mismo. Lo hablé con muchas de mis amistades, y me resulta intrigante cuán a menudo me encuentro con un cierto apego emocional a la forma que describiste. Sueles atribuir el ascenso de la horizontalidad al fracaso tanto de la Unión Soviética como a ideas similares del siglo XX en Occidente. Me pregunto qué otras ideas tienes sobre el porqué. Porque no se trata solo de una cuestión de personas mayores que se desilusionaron cuando cayó el Muro de Berlín o algo así. Mientras más joven es alguien, creo que es más probable que, incluso después de la historia real de los años 2010 y de interpretaciones como la tuya, se siga inclinándo hacia el horizontalismo. ¿Tienes alguna otra intuición sobre por qué este tipo de mentalidad sigue siendo tan atractiva?
V
Entonces, dices que hay un sentimiento o apego emocional hacia la forma que describí, ¿cierto?
D
Me parece que va más allá de la simple historia de un proyecto fallido.
V
Si no hubiera vivido en Brasil, y si no hubiera entrevistado a todas las personas que vivieron estos estallidos en sus respectivos países, seguro hasta yo me inclinaría más emocionalmente por una especie de síntesis teórica muy elegante que permitiera incorporar de todo, en lugar de llegar a una serie de conclusiones que, con suerte, fueran sensibles, aunque algo crudas. Pero conocí a personas que han visto el reverso del aparente éxito.
Algunas personas que han experimentado el reverso de ese aparente éxito inicial son mucho más críticas con el horizontalismo de lo que yo lo soy en la conclusión. A menudo reaccionan con mucha ira cuando se menciona la palabra. Un interlocutor importante, a quien ni siquiera cité porque pensé que sería demasiado duro, dijo: “He llegado a la conclusión de que el horizontalismo es malvado”.
Pero bueno, preguntaste si había algo más allá del simple fracaso de la Unión Soviética. Absolutamente, creo que tienes razón. Creo que hay varios factores, y espero que todos queden claros al final del libro, aunque algunos los planteo al principio y otros solo los insinúo al final.
Sí creo que al comienzo de la segunda mitad del siglo XX en Europa Occidental y especialmente en los Estados Unidos, cualquier tipo de asociación con la Unión Soviética, como resultado del macartismo y Hungría de 1956, fue algo que muchísimos pensadores y activistas querían evitar, por razones tanto ideológicas como materiales. Tu carrera y tu vida podían ser destruidas si tenías alguna conexión con la doctrina marxista-leninista oficial. Pero luego, también para 1958, ese modelo ya parecía algo estancado y poco inspirador, sin impacto en lo que realmente estaba ocurriendo en la Unión Soviética. Ese fue absolutamente el caso. Luego, entre 1989 y 1991, termina de desmoronarse. Eso termina de convencer a quienes ya se inclinaban a desacreditar ese modelo de que no había nada que valiera la pena salvar, y que todo en él debía ser revertido, como si hubiera una inversión simple y no dialéctica. No fue unánime, pero llegó a pensarse: "Bueno, hagamos exactamente lo opuesto a lo que se hizo. Así funcionará".
Pero también existen fuerzas materiales reales que terminan configurando una sociedad neoliberal global particular, en ese mismo momento ideológico en el que se habla del llamado "fin de la historia", que podríamos situar entre 1990 y quizás 2011, ya sea con el movimiento "Occupy" o la Plaza Tahrir.
En esta misma época ideológica nos individualizamos que nunca. Nos separamos de cualquier tipo de acción colectiva tanto con otrxs seres humanos como de organizaciones, no solo de manera formal, como en las organizaciones capitalistas, sino que incluso quedamos físicamente solxs. Existe la ilusión de conexión, porque vemos las publicaciones de los demás todo el tiempo. Pero en realidad estamos solxs, respondiendo a lo que vemos en pantalla, y la sociedad nos interpela como individuos. Esto aparece con frecuencia en lo que aparece sobre Bolsonaro, con Rodrigo Nunes como un interlocutor importante en el libro. Él habla sobre la idea de un "neoliberalismo desde abajo", sobre cómo el sujeto clásico bolsonarista se ve a sí mismo (en su mayoría hombres) como una especie de empresa individual, como un emprendedor o un "negocio de uno", en lugar de como miembro de una comunidad específica.
Entonces, creo que todos estos factores, tanto ideológicos como materiales, junto con la destrucción concreta de las organizaciones que habrían sido los protagonistas reales de los levantamientos sociales en el siglo XX, los partidos, sindicatos, movimientos sociales, incluso organizaciones comunitarias, civiles, vecinales, ya sabes, todos esos tipos de estructuras que habrían sido los protagonistas naturales en el siglo XX...
Todo esto se suma a lo que describí primero: que una respuesta particular a la injusticia fuera la más accesible. Es la que parece posible y al alcance cuando ocurre algo horrible o impactante. Pero no se trata solo de decir "Ah, leí de historia y, sabes, la Unión Soviética fue mala y no funcionó, así que deberíamos hacer lo contrario", sino también de cómo me percibo como individuo, y el creer que tanto yo como lxs demás deberíamos ser quienes lideren todo. Y eso que nunca he participado realmente en ningún tipo de acción colectiva real, salvo quizás en el fútbol de más joven, donde debíamos implementar la estrategia del entrenador. Creo que todo esto hizo que esta opción, como dije, pareciera la más fácil, la más accesible.
D
Sí, te he escuchado hablar sobre la individualización con esa especie de enfoque subjetivo. Al ver mi propia forma de organizarme, es importante tenerlo en cuenta para reflexionar. Recuerdo que en un momento del libro se menciona brevemente la historia del alcalde Haddad (de São Paulo) cuando habla de "noches de pizzas marxistas". Es un detalle pequeño, facil de pasarse por alto en la gran magnitud de las cosas y los movimientos históricos que cubres, pero por alguna razón se me quedó grabado. Sí, los espacios, como dices, ya no los estamos ocupando físicamente de la misma manera. Y sí, la tendencia general de la sociedad parece prestarse a ciertas formas políticas.
Hablemos más de las tácticas que la estrategia. Habías hablado de la protesta como una especie de acción comunicativa de base, que me resuena mucho. Por un tiempo formé parte del equipo de prensa de XR Reino Unido, así que a menudo, antes de o durante la planificación de acciones, nos deteníamos a preguntarnos cuánta cobertura estábamos teniendo, y después indefectiblemente nos preguntábamos: "Bueno, ¿tuvo éxito esta acción? Veamos los titulares. ¿Hay suficientes o no?" Si ese no es un buen modelo, y asumo que no, ¿qué criterios sugerirías como alternativas para medir el impacto de una acción en lugar de su cobertura mediática?
V
No, creo que eso es suficiente para evaluar protestas. El fenómeno peculiar que exploro en mi libro es lo que ocurre cuando una protesta deja de ser simplemente una protesta. ¿Qué pasa cuando ocurre el cambio de lo cuantitativo a lo cualitativo, cuando un aumento cuantitativo provoca una transformación cualitativa del fenómeno? No hay ningún problema con que la protesta sea una acción comunicativa. Es algo bueno en verdad. Creo que es genial ser conscientes de eso al momento de evaluar las mejores estrategias, como también saber a quién estás intentando comunicar, cómo quieres comunicarte, la fuerza de impacto del mensaje, etcétera.
Lo que suele aparecer en el libro es una protesta a la que se une tanta gente que se convierte en una situación revolucionaria, al punto en que a veces ya no queda nadie a quién comunicarle el mensaje. Es decir, se llega a un momento particular en algunos casos del libro, en que las protestas siguieron actuando como protestas aunque ya no hubiese nadie a quién reclamar. Como si el gobierno se hubiese ido, se hubiese tomado un avión, y el dictador hubiese huido del país.
Había un vacío de poder real, y sin embargo, la acción comunicativa continuó porque era lo que la gente sabía hacer, y no había ningún plan, por ejemplo, de establecer un comité revolucionario o una reunión de organizaciones de la sociedad civil para planificar una transición. Y no les culpo por no haberlo planeado, siendo que fue imprevisible la magnitud del estallido. Pero llegado el momento, creo que se requiere algo diferente.
D
Interesante. Si me atreviera a conectar ese contexto esencialmente revolucionario con algo más familiar para mí, que son los debates del movimiento climático en el norte global sobre qué hacemos la próxima semana, o cuál es el valor de lo que acabamos de hacer, creo que nuestra táctica más representativa del momento, en el movimiento climático en general, es el "atacazo artístico", la táctica de tirar sopa a un cuadro. Me divierte lo incongruente que suena esto después de escuchar cosas como "bueno, no derrocamos el régimen", etcétera. Pero creo que ahí existe una especie de tensión productiva, ya que el contexto aquí es muy diferente.
No es que hablemos (y me doy cuenta de que estas cosas pueden surgir inesperadamente) del nivel táctico y estratégico del día a día, semana a semana en el que operamos, sino de cómo podemos lograr la máxima cobertura. Son estas acciones diseñadas para los medios, a menudo, lo que tomamos como modelo, y la discusión suele ser si debieran ser como yo preguntaba. Así que sí, solo dentro del contexto del norte global es un ejemplo de acción colectiva. Es una táctica. Hemos probado otras formas y esta es la que más destaca en parte porque es muy fácil de llevar a los medios. Y dime, en general, ¿cómo te sientes acerca de los atacazos artísticos, de la sopa en los cuadros?
V
Voy a darte una respuesta larga. ¿Cómo lo evaluamos? Bueno, algo que dije en una entrevista con "Jewish Currents" y "Alex Press", fue que llegamos a la siguiente conclusión: si alguien en el poder está haciendo algo y quieres que pare, no es suficiente concientizar, tener la razón, demostrarle al mundo que lo que están haciendo está mal. Si las personas en el poder están haciendo algo y quieres que dejen de hacerlo, debes quitarles el poder o hacer que les convenga cambiar sus acciones.
Entonces, creo que a corto plazo quizás tú o las personas en tu movimiento no estarán de acuerdo con algo, pero pienso que a corto plazo dependerá de los estados si la economía global transita o no hacia un modelo menos destructivo. Es el conjunto existente de estados lo que compone el sistema global. Es así, nos guste o no, y creo que estarán presentes en momentos cruciales de una posible transición, o de una no-transición, hacia una economía menos destructiva.
Entonces concientizar y mostrar que algo está mal y que otra opción es posible, pueden ser todos elementos importantes a la hora de, ya sea, quitarle el poder a ciertas personas o hacer que les convenga cambiar. Y este es otro punto que creo que eluden algunos sectores de la izquierda angloparlante, algo que es mucho menos común en Sudamérica, como que la idea de que el cambiar el comportamiento de un político sea una derrota. Si logras que un conjunto existente de actores estatales se vea obligado a aceptar algunas de tus demandas bajo presión, obtener esa victoria y quedarte con esos logros es, de alguna forma, una derrota. Parece ser un pensamiento residual. Yo también crecí con el "fin de la historia" en Estados Unidos, como si de alguna manera preocuparte por o interactuar con el estado existente debilitara o comprometiera un movimiento. Pero, históricamente, si puedes forzar a las personas en el poder a cambiar sus acciones porque les has puesto presión desde abajo, eso es una victoria, y no hay razón para que tengas que, por así decirlo, suicidarte políticamente apenas logres un triunfo.
Entonces, sobre la sopa en los cuadros... en verdad depende de cómo se reciba. Parece que el mensaje que se transmite a la sociedad es que hay un pequeño grupo de jóvenes que lo que más quieren es que nos detengamos a reflexionar sobre lo que está pasando con el planeta, y que quieren que consideremos alejarnos de un modelo muy destructivo. Puedo ver cómo eso podría formar parte de un conjunto más amplio de prácticas y de un enfoque estratégico que logre que más personas se unan al movimiento, que los políticos presten atención o que otras soluciones parezcan más posibles en el futuro. También puedo entender cómo podría incomodar a algunas personas cuyo apoyo, en cualquier caso, probablemente nunca estaría garantizado, pero sabes, me importa menos herir sensibilidades que la destrucción del planeta. Cuando ser una molestia es efectivo (y a veces es increíblemente efectivo), generarle muchísimas molestias a la élite es como se consigue concesiones. Y otras veces… bueno, es una respuesta larga cuando lo que realmente estoy diciendo es que depende de si funciona. No hay una forma táctica ontológicamente progresiva. No hay nada que puedas hacer en cualquier circunstancia que siempre sea bueno, ni hay nada que puedas hacer en cualquier circunstancia que siempre sea malo. Depende de su relación con una orientación estratégica más amplia o con un proyecto mayor, si ayuda a quitarle poder a alguien o a hacer que les convenga cambiar su accionar.
D
Hablando de sistemas mundiales, el movimiento por Palestina está fuerte últimamente. De hecho, acabo de participar en la organización de un campamento en Edimburgo. Todo está pasando. ¿Sientes que se han aprendido algunas lecciones de la década según lo que has visto?
V
Sí, aquí va la respuesta larga una vez más. Durante la mayor parte de los últimos seis meses (y solo para ser claro, he estado asistiendo y apoyando las protestas pro Palestina), vengo diciendo que se siente mucho como algo tanto previo como posterior a la década del 2010. Previo en el sentido de que me recuerda sobre todo a 2003, cuando protesté contra la guerra en Irak. En ese entonces se transmitió un mensaje muy claro a las élites, que fue recibido y, a la vez, ignorado. Las protestas siguen siendo acciones comunicativas bastante efectivas. En 2003, George Bush y Tony Blair recibieron el mensaje y eligieron ignorarlo; esta vez, Biden y Netanyahu eligieron ignorarlo.
También vengo diciendo que parecen posteriores a la década del 2010 en algunos aspectos porque se interesan menos por la espontaneidad y la horizontalidad que muchas protestas de esa década, y llegaron a algunas de las mismas conclusiones que varios interlocutores en mi libro. Por ejemplo, una de las acciones comunicativas más impresionantes y, creo, de las más efectivas en los inicios del movimiento anti-guerra fue la acción de "Jewish Voices for Peace" en Grand Central Station. No sé cuántas personas, cientos, miles de personas, se manifestaron, y todas llevaban camisetas que decían "Jews for Ceasefire" ["Judíos por un alto al fuego"].
Si lo analizamos en detalle, vendría a ser un rechazo a la espontaneidad porque haber hecho camisetas no es espontáneo, ¿no? Este grupo se conocía, a veces, ya por varias décadas. Se juntaron y dijeron "Sabemos que los medios van a querer mentir sobre esto. Así que vamos a hacérselo imposible. Van a decir que somos antisemitas, que estamos aquí para apoyar a Hamas. Está escrito en mi pecho: "Judíos por un alto al fuego, ¿no?". Entonces, eso en sí parecía ser en cierto modo un alejamiento del concepto de espontaneidad.
Y luego, también, el otro aspecto de esto es más, creo, una consecuencia del caso particular, del contenido particular del movimiento. A menudo en la década de 2010 se decía esta frase como si fuera un fenómeno posmoderno realmente genial, que las protestas tenían un "significante flotante", que podían abarcar todo y nada. De un día a otro podían ser sobre esto o aquello. En los últimos seis meses, muchas personas han sido muy claras e intencionales al decir: "No, lo que queremos es que se detenga la masacre en Palestina ahora mismo." No existe forma de poder venir y decir, por ejemplo, que se trata de la legalización de la marihuana.
Pero de nuevo, un movimiento anti-guerra simplifica el mensaje. Porque cuando tu gobierno está ayudando a otro gobierno a llevar a cabo crímenes de lesa humanidad, es muy simple. Es muy fácil tener una "disciplina de mensaje". Es muy fácil unirse y decir que queremos que se detenga eso. Mientras que en junio de 2013 en Brasil, fue como, bueno: ¿por qué sucedió esto ahora? Cada quien podía traer sus propias quejas sobre la sociedad, mientras que con un movimiento anti-guerra, el formato de protesta encaja muy bien porque está bastante claro que si protestas contra la guerra de Vietnam, el mensaje es "detengan la guerra de Vietnam". Si protestas por Gaza, el mensaje es "dejen de ayudar a Israel a masacrar al pueblo palestino", ¿no? Entonces, en esos dos sentidos, sentí que tenía una característica posterior a la década de 2010.
Y luego, la represión de la policía de Nueva York en la Universidad Columbia reprodujo muchos elementos que, por primera vez, fueron muy semejantes al fenómeno que describo en mi libro. ¿Qué elementos son semejantes? Uno es una represión contra un grupo vulnerable de la ciudadanía que indigna al pueblo y lleva a una oleada de protestas de solidaridad. Así, la indignación por la represión de la policía de Nueva York causa el despliegue de la táctica del campamento. Creo que todo el mundo está de acuerdo, en su mayoría, en que hubo represión innecesaria contra estudiantes que solo trataban de detener los horribles crímenes de guerra.
Entonces, otra vez tienes el intento muy activo de seleccionar los elementos menos simpáticos dentro del movimiento de protesta y usarlos para imponer una representación del grupo en su totalidad. De inmediato aparecen amateurs de los medios de derecha intentando encontrar a la persona más loca en Manhattan para decir "Miren, encontré a este tipo y esto es de lo que se trata la protesta". Y, otra vez, la respuesta a eso parece ser algo muy posterior a la década de 2010.
Hay un artículo en "The Atlantic". No sé si lo viste, pero parece que periodistas de "The Atlantic" fueron al campamento en Columbia y querían hablar con todo el mundo. Y toda persona a cual le querían hablar en el campamento contestaban: "Hemos designado a una portavoz de prensa. La persona con la que nos gustaría que hables hoy es esta mujer". Y eso frustró mucho a la prensa porque creo que los estudiantes de Columbia se dieron cuenta de que buscaban encontrar a alguien que dijera algo tonto. Sin embargo, habían decidido de antemano (y esta es una de las lecciones que se menciona en el libro) que un movimiento que no puede hablar por sí mismo será interpretado. Entonces idearon un plan, y dijeron: "No, esta mujer es la que hablará con la prensa hoy. Es la persona más capacitada para esto, es la persona que hemos elegido para esta tarea".
Y para algunos de los defensores más extremos de la forma más pronunciada del horizontalismo de la década de 2010, esto mismo habría sido visto como verticalidad. Porque, claro, esta persona está hablando en nombre de las demás, y se supone que todas deberían hacer absolutamente todo. Así que, en las últimas semanas, comenzaron a reproducirse algunos de los fenómenos de la década de 2010 y se generan así tantas oportunidades como desafíos.
D
Mencionaste el libro "Burnout" (o "Agotamiento") de Hannah Proctor antes. Tambien anda dando vueltas "Exhausted of the Earth" (o "Agotadxs de la Tierra", con el que te topaste o seguro leíste. Te escuché en otra entrevista hablar sobre algunas conversaciones demasiado oscuras como para incluir en el libro. Me intriga pensar en lo que no incluyes en el libro. Por ejemplo, el agotamiento no parece ser un tema que se destaque demasiado; hay referencias sutiles, pero el trabajo emocional en sí, ¿es algo que aparecía con frecuencia?
V
Bueno, hay un par de cosas en las que me enfoqué pero que no hago explícito en el libro. Una es la profunda depresión a la que llegan algunas de las personas entrevistadas. Creo que basta con mencionar que esto ocurre, sin convertir el libro en una investigación sobre esos estados emocionales, lo que significan, cómo se sienten o qué forma toman. Ese es otro tema, y debería ser otro gran libro, o muchos otros grandes libros. Pero no era lo que quería abordar. No solo porque ese no era el tema principal del libro, sino porque sentí que algunas de esas cosas ya eran demasiado horribles en persona. Más allá de que fuera un tema en las entrevistas, decidí que no era algo que quería incluir.
Y otra cosa que aludí sin querer resaltar demasiado fue cómo en las entrevistas se suele rechazar el horizontalismo con enojo e incluso, a menudo, con violencia. Muchas veces, como dije, la mera mención de la palabra provoca un destello de ira o una expresión de profunda preocupación. De nuevo, no quise enfatizar en eso, ya que no me parece productivo. No elegí las transformaciones ideológicas más sensacionalistas; elegí las más representativas del mayor número de entrevistas, y las presenté, creo, objetivamente, de manera que la gente realmente lo respaldara luego, en lugar de mostrar explosiones de ira momentáneas.
D
Supongo que la razón por la que lo pregunto es porque dices que (y creo que tienes razón si apuntas a un libro que sea legible con un argumento particular) el lado emocional no es el punto principal. Pero creo que hay una superposición intrigante donde esta especie de creación intelectual de sentido siempre implica, necesariamente, un gran aspecto emocional, ya sea negativo o, con suerte, en algunas entrevistas positivas, de personas que dicen haberse sentido empoderadas o, no sé, personas que tienen un buen recuerdo de ello. ¿Te topaste con eso también?
V
Ah, sí. Esto está en el libro. Algunas personas aún dicen que ese sigue siendo el mejor día de su vida. Aún al ver cómo terminó y lo horribles que fueron las consecuencias a largo plazo, dicen haber tenido un atisbo de algo ese día que las hizo sentir más vivas que cualquier otra cosa en toda su existencia, y lo estarán reviviendo y tratando de entender su significado durante el resto de sus vidas. Así que, absolutamente. Esa tensión, entre el poder de la experiencia y el trabajo intelectual y cognitivo tan difícil para darle sentido, es algo con lo que me topé. Sí, se da en todo el mundo.
D
Mis últimas preguntas son: ¿Cuál es tu visión personal sobre el futuro y el estado del mundo? No necesariamente en ese orden.
V
Eh...
Vuelvo a la frase: “Nos guste o no”. Existen cosas, nos guste o no, y esa es, en cierto modo, la práctica original del materialismo histórico. No se trata de preguntarse qué desearía que fuera el mundo. Sino, ¿qué es el mundo y cómo actuamos sobre él para hacerlo lo mejor posible, dadas las oportunidades? Y, nos guste o no, estamos enfrentando un conjunto de peligros muy serios. Y tal vez algunas oportunidades. No importa si deseo que fuera diferente, lo que importa es cómo analizamos muy seriamente qué oportunidades y peligros ofrece el estado actual de las cosas.
Las cosas están mucho peor de lo que pensaba que podrían haber estado en 2011. ¿Debería "perder la esperanza"? ¿La esperanza de qué? ¿De lo que pensaba que podría haber sido posible hace 15 años? No importa porque todos vamos a seguir viviendo en este planeta, nos guste o no. Vamos a interactuar con el sistema económico y político global que existe, nos guste o no. El punto es ver cómo podemos vivir mejor en conjunto y cómo actuar sobre esos sistemas para hacerlos lo mejor posible, dadas sus contradicciones y oportunidades inherentes.
También es fácil para mí decirlo; sé que, según los estándares globales, llevo una vida increíblemente privilegiada. Pero esa sigue siendo mi respuesta. No me dejo vencer por la desesperación sobre el estado del mundo porque lo hecho hecho está y hay que lidiar con ello.
D
Gracias. Buena suerte con tu trabajo a futuro.
V
Muchas gracias. Gracias por tu interés.